¿Cuántas veces hemos oído esta expresión? Y, lo cierto es que cada vez cuidamos más lo que comemos. Sabemos que hay ciertos hábitos alimenticios, ciertas bebidas azucaradas y comidas, que no nos benefician, que conviene no comer mucho más que una vez al mes. Y es que, teniendo agua ¿por qué vamos a beber otras bebidas azucaradas, sobre todo si no vamos a hacer deporte?
Pues bien, la realidad es que todas estas recomendaciones las han hecho y las siguen haciéndolo, nutricionistas, médicos y dietistas. Y, desde luego, yo estoy de acuerdo con estas opiniones.
Pero intentemos ir un poco más allá. Nosotros ya no solo cuidamos la cantidad de comida rápida que ingerimos, hemos intentado avanzar demandando a las cadenas de supermercados CALIDAD. Cada vez vemos más cartelitos que anuncian; “pollo campero”, “huevos ecológicos”,… y también cada vez valoramos más los certificados de calidad como, por ejemplo, los de Denominación de Origen Protegido (DOP) o la Indicación Geográfica Protegida (IGP). Todo esto es, ni más ni menos, que el reconocimiento del trabajo de agricultores, ganaderos y empresas que son capaces de cumplir los parámetros necesarios para obtenerlas. Pese a ello, y como ya he dicho, voy a intentar mirar un poco más allá.
Es evidente que nos interesa saber más sobre lo que comemos, nosotros y todos los nuestros. Podríamos hacer una reflexión: ¿son lo mismo los productos obtenidos de un animal que ha estado toda su vida en una explotación que el de otro animal que ha pasado su vida libre por el campo?
Mi opinión es que no, de lo contrario no promovería este blog sobre Ganadería Extensiva. Creo no estar equivocado si afirmo que, la vida productiva de un animal de una ganadería de intensivo es, valga la redundancia, más intensa que el de uno en extensivo; y no estoy hablando de intensidad en el sentido de vivencias.
Y también es cierto que hay granjas de extensivo que consiguen unos rendimientos productivos similares, cuando no iguales (suele depender de la producción de la que se trate) que granjas de intensivo.
Yo propongo que empecemos a fijarnos más, no sólo en el qué comemos, sino también de dónde sale lo que comemos. Ya hay productos de extensivo en los mercados de alimentación y cada vez son más las granjas de extensivo con páginas web que nos ofrecen detallada información.